Ballet Consciente es una propuesta metodológica de enseñanza-aprendizaje para la técnica académica que se construye a partir de diferentes miradas y dimensiones del hacer corporal. Integra fundamentos de la danza contemporánea, prácticas somáticas, y elementos de la práctica de meditación budista. Sugiere nuevas formas de hacer, pensar y comunicar el ballet como una propuesta transformadoraen la didáctica de esta técnica.

Entendiendo el cuerpo como un lugar de intersección de experiencias que hacen de la biografía corporal un registro particular, Ana transita un camino de aprendizaje y desarrollo que florece como BC. Éste es una búsqueda e inquietud constante por ampliar dimensiones de conocimiento para responder sus preguntas y reflexionar sobre el hacer corporal, el estado presente, el ámbito pedagógico y la dimensión democrática del cuerpo en las artes escénicas.

Proponemos una mirada del ballet que se fundamenta en tres corrientes filosóficas: el budismo, el feminismo y el constructivismo. La metodología tradicional del ballet, entrelazada con estas tres visiones filosóficas, es a lo que llamamos Ballet Consciente.

El feminismo, desde sus bases (políticas, culturales, económicas y sociales) defiende la igualdad de derechos, los derechos reproductivos y otros elementos fundamentales que apelan, desde la teoría crítica, a la percepción y relación que hemos tenido, hasta ahora, con el cuerpo propio y el de los otros. Desde este cuestionamiento invitamos a transformar la imagen tradicional del cuerpo físico o biológico, en un constructo dinámico donde el cuerpo es una superficie grabada de acontecimientos, un volumen en constante desintegración. Dicho de otro modo, el cuerpo no es una materia estable ni definida, sino un constructo del discurso que posibilita una multiplicación de aproximaciones a nuestra materialidad corporal, diversificando los discursos y sus lecturas.
Ballet Consciente se ofrece entonces como una plataforma de experiencias para poner en escena lo anterior, a través del respeto por el propio cuerpo y la toma activa de consciencia durante la práctica corporal. BC promueve el cuestionamiento y la caída de reinados hegemónicos respecto a cómo debe ser un cuerpo para acercase o consolidarse en la técnica académica, posibilitando la emergencia y el reconocimiento de distintas posibilidades en esta dialéctica.

“El camino es la meta” Chögyam Trungpa.

La calma y tranquilidad a la que invita esta manera de concebir los aprendizajes, permite el florecimiento de las aptitudes propias de cada participante, transformando a su vez el contexto de una clase en un contenedor confortable y seguro en el que el grupo entero se alimenta de los ritmos individuales. Hay tiempo para detenerse en las necesidades de cada estudiante, y ese tiempo orgánico conduce a una dinámica colaborativa y compasiva en la que todos descubren su ritmo de germinación.

Todo esto puede englobarse en el concepto de maitri, un término sánscrito fundamental en el cuerpo de enseñanzas del budismo que apunta a reconocer la “amabilidad incondicional hacia uno mismo”.

Enseñar BC desde esta noción transforma para el grupo completo la experiencia de una clase en un espacio de interacción amable y gentil, un lugar en el que pueden nutrirse las cualidades de “escucha” profunda de todo aquello que los cuerpos tengan que sentir y comunicar, de observación atenta a las necesidades de cada cual, de aceptación radical de la diversidad de caminos personales en la experiencia de ser cuerpo y ser movimiento.

Puesto que -como enseña el budismo en las enseñanzas de maitri- podemos abrirnos

amorosamente a la realidad de lo que somos, sin buscar o anhelar ser algo distinto, entonces el espectro completo de nuestra experiencia de mente/cuerpo tiene profunda validez y valor.

BC propone así otro camino para acercar a cualquier ser humano a la experiencia transformativa de la danza, desde una actitud que da cariñosamente la bienvenida a todo cuerpo que quiera explorar las inmensas potencialidades de esta disciplina. Su apuesta es la de dejar la agresión y la ansiedad fuera de la sala para dejar entrar la consciencia y el amor: sembrar y regar las semillas de nuestra preciosa danza innata.

La mirada constructivista desde la didáctica del Ballet Consciente, entendida como aquel fenómeno que ocurre dentro de la sala de clases (de manera independiente de la planificación, regulaciones o intenciones), facilita la comprensión de la relación entre los factores subjetivos e intersubjetivos en el proceso de conocer (epistemología). Es decir, aquellos factores propios de la experiencia de cada sujeto y aquellos que son fruto de la interacción. Entre estos factores están el por qué y el para qué del conocimiento que se enseña, así como la falibilidad del conocimiento que está en juego, en cuanto a su imposibilidad de ofrecer certezas, por su carácter subjetivo, temporal y contextual.

A partir de la identificación de estos aspectos, se espera que los docentes que se preparen con la formación de Ballet Consciente sean capaces de distinguir las diferentes dimensiones que este fenómeno educativo puede incorporar. La enseñanza y el aprendizaje de la corporalidad podrán alcanzar niveles que trasciendan la transmisión de contenido, hacia una instancia orientada al fortalecimiento de ciertas habilidades y capacidades del sujeto, así como una oportunidad para el desarrollo de la consciencia de sí mismos, al estar de manera presente durante la práctica (fenomenológica), y crítica cuando se reflexiona sobre la misma.