Siempre quise ser bailarina de Ballet. Lo he sido, a mi modo, bailando con gracia de flamenco, estirando mis brazos en el paradero de la micro o sintiendo mi abdomen firme en la fila de algún banco. Quien quiere bailar, baila, donde sea, como sea...
Pero llegué a Ballet Consciente y me sumergí en una experiencia de autoconocimiento profundo que me abrió un mundo de sensaciones nuevas, de posiciones, de formas, pero también de anatomía, de texturas, de colores y de curiosidad por conocer mis músculos, huesos y la fascia que me envuelve.

Hacer desde cero, olvidando toda técnica, fue fácil para mi porque técnica nunca tuve. El desafío fue descubrir lentamente, sintiendo cada movimiento nuevo, su tono, su poder ancestral y dejarme llevar por un proceso que se fue entrelazando clase a clase, sin apuro y trabajando con el otro. Guiando y siendo guiada, sintiendo y haciendo sentir. Así, tal cual, como en la vida.
Ana Manríquez es un bálsamo para el cuerpo y para el alma, la técnica que enseña es aquella a la cual quiero volver una y otra vez.

Siempre quise ser bailarina de Ballet... Ahora sé, no es solo eso... Quiero ser bailarina de Ballet Consciente.